#13 - Un monstruo viene a verme.
El problema no es la ausencia de inspiración, sino la falta de espacio para que esta aparezca.
Mosaico de las musas (s. IV). Villa de Torre de Palma, Portugal
En la antigua Grecia, la inspiración no era algo que uno pudiera forzar. Llegaba cuando las Musas lo decidían. Estas nueve deidades eran las guardianas de las artes y las ciencias, hijas de Zeus y Mnemósine, la diosa de la memoria. Cada una tenía un dominio específico: Clío inspiraba la historia, Euterpe la música, y Calíope la poesía épica, entre otras. Los artistas y filósofos las invocaban para recibir su favor, entendiendo que la creatividad no era un acto solitario, sino un regalo divino.
Durante el Renacimiento, los artistas dedicaban horas a observar la naturaleza, estudiar la anatomía humana y pasear por sus ciudades en busca de esa chispa creativa. Para ellos, el vacío era esencial para que la genialidad emergiera.
Hoy en día, el vacío nos incomoda.
Ante el más mínimo indicio de aburrimiento, sacamos el móvil y lo llenamos con notificaciones, reels y una avalancha de estímulos diseñados para captar nuestra atención. Nos hemos convertido en esclavos del scroll infinito, perdiendo horas diarias en contenido que rara vez deja una huella significativa.
Ese tiempo, que podría emplearse en leer un libro, desarrollar nuevas ideas de diseño o simplemente permitirnos pensar sin distracciones, se consume en actividades que, en muchos casos, no aportan nada…
Este consumo excesivo está estrechamente relacionado con la dopamina, el neurotransmisor asociado al placer y la recompensa. Cada like, cada notificación y cada reel generan un pequeño aumento de dopamina, creando un ciclo de adicción que nos mantiene enganchados sin que seamos plenamente conscientes del tiempo que estamos perdiendo. Investigaciones han demostrado que esta sobrecarga de dopamina puede reducir nuestra capacidad de concentración y hacer que actividades más lentas o profundas, como la lectura o la conceptualización de un proyecto de diseño, nos resulten cada vez más difíciles.
Nos quejamos de la falta de creatividad, de lo difícil que es generar ideas nuevas, pero ¿cuándo fue la última vez que nos permitimos realmente aburrirnos? ¿Cuándo dejamos nuestra mente en blanco sin intentar llenarla con una pantalla?
El problema no es la ausencia de inspiración,
sino la falta de espacio para que esta aparezca.
El poder de la perspectiva
Leonardo da Vinci era un maestro de la creatividad. Además de sus innovaciones en arte, ingeniería y anatomía, tenía un hábito curioso: escribía en espejo, es decir, de derecha a izquierda, haciendo que sus notas solo pudieran leerse con un espejo. No se sabe con certeza si lo hacía para proteger sus ideas o simplemente como un ejercicio mental, pero lo cierto es que obligaba a su cerebro a pensar diferente.
Para ponerte en su piel, intenta leer esto:
"!eripser otneimirruba le euq ajed¡"
Este simple acto de cambiar la perspectiva ayudaba a Leonardo a entrenar su mente, algo que hoy en día podríamos aplicar para escapar del ciclo de distracción constante y recuperar nuestra capacidad de generar ideas innovadoras en diseño.
Romper la rueda
Como diría Daenerys, "No voy a detener la rueda. Voy a romper la rueda". Y siendo consciente de ello, personalmente voy a tomar cartas en el asunto para mejorar esto. Llevo un tiempo en esa rueda, de muchas horas de pantalla, dopamina fácil y a veces cierto bloqueo mental, insatisfacción o incluso tristeza. Y seguramente el problema empiece por ese monstruo que viene a verme y se llama nomofobia,.
Así que he empezado a tomar algunas medidas para recuperar mi creatividad, dar espacio al aburrimiento y a mi tiempo. Aquí algunas cosas que estoy haciendo:
Establecer momentos sin dispositivos: Ahora dejo el móvil en otra habitación cuando trabajo en mis proyectos de diseño mientras boceto o leo.
Practicar la meditación y el mindfulness creativo: Intento dedicar al menos 10 minutos al día a observar formas, colores y composiciones en mi entorno sin distracciones. No siempre lo logro, pero cuando lo hago, noto que mi mente se despeja y nuevas ideas nacen con más facilidad.
Caminar sin destino: Antes salía con los auriculares puestos, algo de música pero ahora intento hacerlo en silencio, dejando que mis pensamientos fluyan y se calmen. Muchas de mis ideas más frescas y conceptos de identidad visual han surgido en estos momentos de desconexión y creo que hay que recuperarlos.
Salir a la calle sin el teléfono. Es casi un salto al vacío, una sensación de se me olvida algo, de dejar una parte de ti, pero joder es necesario. Y una vez probado, no hay nada mejor que salir al parque con mi peque sin el móvil. (Si tengo el watch que puedo llamar para emergencias, pero notificaciones apagadas) ;)
Quizás sea momento de desterrar a este monstruo. Tal vez sea hora de apagar la pantalla y ver qué sucede cuando permitimos que el aburrimiento haga su trabajo. Porque en ese silencio, en ese espacio sin distracciones, es donde realmente comienza la creatividad.